El mundo cambia y sí nosotros no disponemos de la capacidad de cambio y adaptación que exige, nos quedamos atrás. Un espacio donde el ritmo veloz de estos tiempos y la incertidumbre está causando estragos, son las organizaciones.
Los entornos BANI que vivimos, es decir, entornos Brittle, Anxious, Nonlinear e Incomprehensible, que en español podemos traducir por frágil, ansioso, no lineal e incomprensible, según ha acuñado Jamais Cascio, antropólogo, futurólogo y escritor estadounidense, demandan una alta lista de habilidades y capacidades para lidiar con ellos, por lo que hoy, más que nunca, el desarrollo personal del individuo debe prevalecer sobe cualquier política o formación enfocada al trabajador.
Desde que somos pequeños, tenemos rutinas de higiene física como lavarnos los dientes tres veces al día, comer tres veces al día, dormir unas 8 horas, pero carecemos de rutinas que nos ayuden a gestionar y procesar nuestras emociones, lo que se traduce en un analfabetismo total a la hora de gestionarnos como personas ante los embates de la vida, tanto personal como profesionalmente.
Cuando surgen tiempos de incertidumbre como los que vivimos ahora, carecemos de herramientas, habilidades y capacidades para estar tranquilos ante la tormenta y poder tomar las decisiones correctas en el momento adecuado. NO nos escuchamos a nosotros mismos, No nos han enseñado a aquietar nuestra mente, conectar con nosotros y en la quietud de la mente, escuchando al corazón, tomar la decisión adecuada en ese momento.
Nos olvidamos de un elemento fundamental que es la comunicación energética, el campo electromagnético del corazón es el más potente de todos los órganos del cuerpo, 5.000 veces más intenso que el del cerebro. Y se ha observado que cambia en función del estado emocional. Cuando tenemos miedo, frustración o estrés se vuelve caótico, mientras que emociones positivas como el aprecio, amor, compasión producen patrones coherentes y funcionales. Nos olvidamos de este SUPERPODER tan importante y no lo sabemos utilizar.
Como seres humanos, estamos compuestos por cuatro dimensiones: física, mental, emocional y espiritual y para que haya un equilibrio en nosotros, debemos trabajar en las cuatro dimensiones. La más olvidada en Occidente es la dimensión espiritual que es la que nos conecta con el sentido de trascendencia. Hoy, más que nunca, la dimensión que debemos poner en prioridad absoluta es la ESPIRITUAL porque es la menos desarrollada y la que demanda estos tiempos de incertidumbre. Cuando sabes quién eres y lo que quieres, cuando hay claridad en tu vida, nadie te va a parar, eres el maestro de tu propia vida que crea lo que quiere ver en ella.
Junto a nuestra dimensión espiritual, sería deseable desarrollar estas otras cualidades que nos ayuden en los actuales entornos BANI:
1.- FLEXIBILIDAD.- Fuera estructuras mentales. Fuera Mentalidad Fija, abraza la Mentalidad de Crecimiento. Todo es posible, aprende a verlo desde todos los ángulos posibles. Sé como el junco que se dobla, pero no se rompe y siempre sigue en pie.
2.- DATA-DRIVEN.- Toma decisiones estratégicas basadas en análisis de datos e interpretación. Un enfoque data-driven permite que las empresas examinen y organicen sus datos con el fin de atender mejor a sus clientes y consumidores.
3.- COMUNICACIÓN.- Fundamental! ¡No tanto enfocado a qué comunicas sino cómo comunicas y, sobre todo, desde dónde comunicas!
4.- EMOCIONES.- La gestión emocional se hace imprescindible para gestionarnos con nosotros mismos y con los entornos que nos rodean. Sí no sé qué emociones me atraviesan, ¿cómo voy a poder gestionarlas?
5.- APRENDIZAJE.- Para ser competitivos en el ámbito laboral, es necesario demostrar proactividad y curiosidad, acompañadas de un deseo insaciable de mejorar adquiriendo nuevos conocimientos. En este sentido, además de la preparación académica y teórica, se premia cada vez más el aprendizaje activo, la metodología que, de forma activa, experiencial y participativa, incrementa el crecimiento personal y profesional.
Estamos viviendo un momento único para redefinirnos a nosotros mismos y saber qué queremos como individuos. Salgamos de la inconsciencia que nos rodea y tomemos las riendas de nuestra vida, asumamos nuestra responsabilidad y construyamos un mundo más humano y consciente, donde todos podamos sentirnos confiados y amados.
“Los hombres no son presos de su destino; sólo son prisioneros de sus propias mentes”
Franklin Delano Roosevelt.
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